Operativo Invierno: los centros de día ofrecen propuestas de integración y aprendizaje a personas en situación de calle
En horas de la mañana, los refugios municipales cambian la dinámica y desarrollan distintas actividades y talleres con eje en la salud integral, la revinculación familiar y la inclusión social.
La Municipalidad de Rosario pone en marcha cada año el Operativo Invierno con el objetivo de brindar acompañamiento y ayuda a las personas en situación de calle durante los meses de bajas temperaturas. Su cara más visible o conocida tiene que ver con lo que sucede por las noches, cuando equipos municipales y ex combatientes de Malvinas recorren la ciudad ofreciendo un plato de comida caliente y abrigo así como un lugar donde higienizarse y pernoctar. Pero existe otra faceta que le da continuidad a la intervención y habilita otras posibilidades a través de los centros de día que funcionan como espacios de integración en los mismos refugios, donde se articula con las personas que asisten a ellos con el objetivo de mejorar su salud integral, de fomentar una revinculación familiar y propiciar su inclusión social.
Allí se llevan adelante múltiples actividades, entre ellas talleres de encuentro y debate, relacionados con temáticas como salud mental y derechos humanos; talleres de artes plásticas, de panificación, huerta, recetas saludables, arte y expresión corporal, deportes y recreación, poesía y escritura libre, cocina, música, resolución de conflictos y prevención de adicciones, además de realizar salidas recreativas.
Oscar Sánchez es coordinador General del Área de Situación de Calle de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat. Tiene a su cargo los refugios municipales Grandoli, Felipe Moré, Sudoeste y Cáritas. Y aclara: “Muchas veces creemos que los refugios son solamente para venir a comer o para venir a dormir o por un plato de comida caliente. Y lo que nosotros hacemos acá es abordar la integralidad de quienes se acercan. Ellos vienen con muchos problemas, con muchas dudas, con muchas incertidumbres, y nosotros tratamos de que, por ejemplo en este caso, por medio del taller de música puedan expresarse de una forma distinta”.
Sánchez se refiere al taller de expresión musical que funciona en el Refugio Grandoli, un proyecto socioeducativo que tiene como propósito que los residentes puedan fortalecer y afianzar sus capacidades musicales ya que se pudo detectar que muchas de las personas que asisten al lugar tienen un fuerte vínculo con la música. En ese marco nació una banda, Perdió Cama, compuesta por 8 asistentes al refugio y que actualmente se encuentran ensayando para diversos eventos en los que ya tienen confirmadas presentaciones.
“También tenemos un taller de panificación donde lo que los chicos elaboran lo consumen acá, como una práctica. La idea es que puedan llegar a hacer también el curso de manipulación de alimentos para después, el día de mañana, fabricar pizza, pizzetas o lo que ellos quieran y poder comercializarlo”, agrega el funcionario y señala que los distintos talleres “surgieron de las ganas de los chicos de hacer algo distinto, y de nosotros, los profesionales, de tratar de que ellos lo pasen lo mejor posible y de que no estén tanto tiempo en la calle.”
En los distintos centros de día se trabaja de forma interdisciplinar con trabajadora/es sociales, psicóloga/os y la/os talleristas. Es en esta articulación entre profesionales que se define, mediante charlas y entrevistas, el perfil de cada persona que asiste diariamente para, posteriormente, ofrecerle la posibilidad de participar en base a sus intereses en determinados talleres, que tienen un cupo limitado para garantizar el mejor desarrollo de la propuesta.
“El techo se lo ponen ellos”, afirma Sánchez respecto a la duración y tipo de trayectoria que realizan los integrantes de los diversos talleres. En ese sentido, señala que los equipos profesionales hacen hincapié en que, en tanto adultos, cada participante debe responsabilizarse de sus asistencias, al igual que no deben perder de vista que se encuentran en una institución “donde hay ciertas reglas que se deben cumplir”.
Cada persona que llega al refugio tiene una historia detrás y por ese motivo no todos lo transitan de la misma manera. No obstante, el vínculo que se va forjando a través del Centro de Día permite otro modo de acompañamiento y seguimiento. “Empezamos a aprender junto con ellos qué forma tenemos de abordar cada situación; cada usuario es distinto, cada usuario tiene su impronta, y nosotros, de forma transversal, tratamos de abarcar toda la problemática con la que ellos hoy cuentan”, manifiesta el coordinador.
Y concluye: “Ellos llegan acá con muchos problemas, problemas de consumo, vínculos rotos, y con esto que hacemos, un abordaje integral con los profesionales que estamos a cargo, logramos que empiecen a abrirse muy de a poco y prepararlos para que puedan egresar del refugio con herramientas para una mejor vida”.